Los bebés concebidos mediante FIV tienen un mayor riesgo de defectos de nacimiento, anomalías cromosómicas e incluso hipertensión en el futuro. Vale la pena señalar que estos riesgos pueden no ser un resultado directo de la FIV en sí, sino de las condiciones de fertilidad subóptimas que la madre experimentó al principio.

También existen riesgos maternos muy reales asociados con la FIV. El proceso para la mujer es bastante invasivo, involucrando la administración de tratamientos hormonales en forma domiciliaria, drogas estimulantes ováricas llamadas gonadotropinas, proceso de cateterización para la recolección de óvulos y otro para la transferencia de los mismos. La exposición a la terapia hormonal eleva artificialmente los niveles de estrógeno, lo que está relacionado con una mayor densidad del tejido mamario, lo que aumenta el riesgo de cáncer de mama. Si la mujer tomó anticonceptivos hormonales en algún momento anterior, su riesgo es aún mayor. Debido a los medicamentos ováricos estimulantes, las pacientes de FIV tienen un tercio más de probabilidades de desarrollar cáncer de ovario. Los embarazos de FIV en sí mismos tienen mayores riesgos de parto prematuro, hemorragia materna y diabetes gestacional.

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