La preocupación y el miedo son mecanismos de defensa que provocan un impacto de cortisol, adrenalina y norepinefrina en nuestro cerebro lo que ocasiona una sensación de alarma acompañada de tensión muscular, taquicardia, sudoración, mala digestión, y en ocasiones cefaleas y otros malestares más.

Hay personas que por herencia tienen una tendencia a manifestar ansiedad desde muy temprana edad, otras van aprendendiendo a reaccionar así a través del tiempo por el medio ambiente en el que se desarrollan, y por último hay a quienes se les detona por una situación crítica específica y entonces comienzan a padecer este trastorno.

En estos tiempos en el que surgió esta pandemia aunado al bombardeo constante de los medios de comunicación y lo que vemos y escuchamos de la situación mundial, es comprensible que se desencadene un estado crónico de incertidumbre, por ello ahora más que nunca debemos entender que la ansiedad es una respuesta humana natural que puede sernos de mucha utilidad para obtener nuevos conocimientos sobre como enfrentar nuestra nueva relidad y con ello lograr los propósitos que nos hagamos, ya que de lo contrario podría perjudicarnos cada vez más.

Para familiarizarnos con nuestro organismo es importante conocer las partes del cerebro que están implicadas en este mecanismo como son la amígdala, pues gracias a ella interpretamos todas las señales sensoriales que percibimos del entorno, es nuestro sensor instintivo que entre otras cosas nos alerta de las amenazas. Y el hipocampo que es el encargado de nuestra memoria sensorial. Es así como se vinculan estas dos partes de nuestro cerebro para ayudarnos a predecir y actuar, pero si el impacto sensitivo es negativo, es intenso y es sostenido está parte del cerebro se afectará, el hipocampo se reducirá y sufriremos serios efectos como la disminución de la memoria y la concentración, nos hará tener reacciones corporales y de compaortamiento exgeradas o falta de capacidad para actuar, nos inmovilizará ante el miedo.

Las células responsables de la ansiedad se encuentran localizadas justo en este lugar, pero ¿Cómo podemos contrarrestar esta afectación?
Tomarnos un tiempo para responder, no se trata de negar como nos sentimos sino de saberlo sobrellevar y hacer hacer más pequeña inofensiva y manejable nuestra situación. Mientras lo hacemos en indispensable respirar, podemos apoyar esta búsqueda de quietud poniéndonos en contacto con la naturaleza o escuchando música relajante que nos ayude a ordenar nuestros pensamientos y a buscar soluciones prácticas de la situación para llevarlas a cabo en la forma y en el momento adecuado.

Planear nuevos hábitos que también nos ayuden a mantener esta paz, técnicas específicas como el yoga u otras disciplinas relajantes, hacer ejercicio, terapias artísticas, etc., y en caso de que la situacion nos rebase, dejarnos ayudar por un profesional.
Nadie debe vivir de forma continua con este malestar.

Si sientes que necesitas ayuda y no sabes a quien recurrir, la Psicóloga Mary Carmen Pacheco puede ayudarte. Agenda un cita y dale un cambio a tu vida.