Hace mucho tiempo hubo un niño que vivía con sus padres. Él se llamaba Panchito y sus papás trabajaban en un circo como mago y asistente. Juntos podían hacer cualquier cosa, desde sacar palomas, flores y conejos del sombrero de copa de su padre hasta desaparecer a su madre. En sus manos todo era posible.
     Panchito, naturalmente, quería ser mago y jugaba a serlo todo el tiempo. Viendo esto, su padre le compró un viejo sombrero de juguete a un anciano que, por casualidad, pasó enfrente del circo y... "¡Feliz cumpleaños!", se lo regaló cuando cumplió cinco años. "¡Gracias, papi!", dijo el niño muy feliz porque su sueño se encontraba más cerca, "Llamaré a este sombrero KABUM." "¡Qué nombre tan explosivo!", rieron sus padres.
Lo que ni Panchito ni sus papás sabían es que KABUM era un sombrero encantado que un famoso mago había encantado como recompensa para los niños estudiosos y cariñosos.
    La sorpresa llegó cuando Panchito lo usó por primera vez: ¡Kabum! !Dulces! ¡Kabum! ¡Helados! !Kabum! ¡Juguetes! Emocionado, el niño no pudo ocultar el secreto y lo llevó a su escuela para compartir todos los regalos que KABUM le daba.
Pasó el tiempo y el niño creció. Ahora era Pancho, un jovencito que estudiaba la secundaria. Un día, de camino a la escuela, mientras el adolescente recordaba todo lo que KABUM le había dado, al sombrero le salió una hélice y se fue junto con el viento de otoño. El chico, que había disfrutado tanto de su compañía, lo vio desaparecer. KABUM tenía que regresar con el anciano mago para que pudiera cumplir los sueños de otro pequeño niño de cinco años.
     De regreso a su casa, Pancho le contó a sus padres que su sombrero encantado se había ido. Su padre, abrazando a su hijo, le dijo que ese era el destino de KABUM, "el anciano que me lo dio me dijo que ese era su destino." Y pese a la tristeza, el chico dejó ir su sombrero tan pronto descubrió que había muchas cosas que podía hacer si estudiaba. La magia no había desaparecido.
     Se dice que el anciano mago aún anda por ahí esperando encontrar al próximo niño especial que merezca la magia del sombrero encantado. Puede ser cualquiera, ¿serás tú?